Extremadura necesita que España tenga un proyecto socialista sólido, a largo alcance, fuera de cualquier óptica temporal, con principios, sin obsesiones por ocupar sillas, sin ambigüedades, un socialismo ideológico y no pragmático. España necesita un PSOE claro, fuerte en sus posturas, una idea de país que no varíe según la lógica del poder o los personalismos desenfrenados.
Se puede ser o no ser, pero ambas cosas en política, es imposible. Nos hemos convertido en la diana y el objetivo de todas las fuerzas políticas. Que el mismo día Rajoy le hable a los “electores socialistas” y que Iglesias nos emplace a parecernos a los socialistas portugueses dentro de su propia medición acerca de lo que es la sensatez, nos obliga a reflexionar, y mucho.
No hay nada claro después del 20 de diciembre y dentro de esa confusión, lo que no debemos hacer es diluirnos ideológicamente en ofertas varias; el PSOE es el gran valedor de la construcción de este país en un marco de convivencia. Y esa convivencia nos ha enseñado a construir y a ceder, a contemplar opciones y a entender que la soberanía reside en el pueblo español bajo la gran bandera de la igualdad.
Hemos sido capaces de construir con generosidad un país en el que todas las sensibilidades pudieran sentirse equiparadas ante las injusticias de la historia y sus verdugos. Nadie va a darnos lecciones de sufrimiento a las extremeñas y extremeños que fuimos olvidados y ninguneados por un poder central que nos dejó en el atraso y nos obligó al exilio, hasta que el PSOE reinventó, junto a nuestros paisanos, esta maravillosa región, reinvención que tiene mucho que ver con socialistas como Juan Carlos Rodríguez Ibarra y Guillermo Fernández Vara y sus políticas de izquierdas, que se demuestran llevando la sanidad pública a cada rincón de Extremadura o posibilitando que las hijas de las jornaleras sean hoy médicas...Y digo esto por si algún trasnochado intenta dar lecciones de socialismo a las y los extremeños.
Dicho esto, es bueno recordar que si en su día fuimos capaces de aparcar en el tiempo nuestra constante idea de un país republicano, no fue para sellar hoy acuerdos con el nacionalismo excluyente y sectario, ni sentarnos a dialogar con los corruptos de allí y de Madrid cuestiones que hipotequen el futuro del resto de la población. Hemos cedido para construir en paz un gran edificio que se llama España.
El PSOE es un proyecto de país basado en una idea del mundo. Es un Partido de gobierno, que históricamente ha llegado a acuerdos ganando elecciones y desde su capacidad aglutinadora de sensibilidades. Pero ser un Partido de gobierno no implica entregar 137 años de historia por un sillón a quienes nos quieren ver disueltos en la intrascendencia. El PSOE debe huir de personalismos y de contradicciones imperdonables. Ser socialista es salir a la calle y decirle a la gente que tenemos a los mejores con un proyecto de país definido, coherente y listo para ser puesto al servicio de la población cuando la población nos elija para hacerlo. Trabajemos en esa dirección.