miércoles, 15 de febrero de 2017

Extremadura, junta ante Rajoy


Los dos primeros años de gobierno socialista en Extremadura, de la mano de Guillermo Fernández Vara, tenían objetivos claros: recuperar derechos, estabilizar las cuentas, no recortar en la vida de las personas y bajar los escalofriantes datos de paro que nos dejaba la derecha extremeña, más amiga de malgastar en la marca Monago que en la marca Extremadura.

Recuperamos derechos, porque una beca para libros y una Urgencia reabierta es precisamente devolver a Extremadura lo que el PP le había quitado. Reducir en casi 20 mil personas el paro no es una anécdota estadística, sino gente que recupera lo que es suyo, el derecho a trabajar. Mejorar la sanidad pública subiéndola del decimocuarto puesto al séptimo de la sanidad española, es contribuir a la recuperación de su prestigio. Pagar a proveedores y la Renta Básica anunciada, pero incumplida por el PP es, precisamente, cumplir con la gente, como arrinconar la LOMCE, contratar maestros, recuperar rutas escolaresreabrir comedores escolares… Poco y nada para algunos, bastante para los que se han beneficiado de lo que, repito, es suyo.

Todo gobierno debería llegar, desde el primer día, y ser capaz de mirar hacia el futuro para poner en marcha todo lo que pensamos para Extremadura. Sin embargo, las hipotecas pasadas pesan y no nos hemos dedicado a articular campañas propagandísticas para imponer la idea y convertirla en excusa. Por el contrario, atacamos la enfermedad heredada para curarla y construir el futuro, porque ninguna política vale para nada sin una arquitectura del mañana, incluyente y arraigada en nuevos modelos para generar riqueza, empleo y, por tanto, fijar población.

Es muy simple decirlo, pero bastante más complejo realizarlo. Para ello, Extremadura entera se debe posicionar delante del gobierno central y exigir lo que nuestro pueblo necesita: plan de empleo, una financiación autonómica justa, un tren digno para Extremadura, acabar con la “prohibición” del gobierno central del desarrollo definitivo de las energías renovables (generan riqueza, empleo y fijan población)... ¡Y permitir que nuestras diputaciones y ayuntamientos, bien gestionados, inviertan sus ahorros en empleo!

Estructuralmente tenemos problemas que debemos resolver plantando la bandera de Extremadura como prioridad absoluta, dejando de lado las estrategias sectarias y el desmedido afán de poder que algunos tienen para lanzar o relanzar sus carreras políticas. Somos, individualmente, insignificantes en comparación con lo que nos jugamos.

Una nueva Extremadura, sostenible, sin renunciar a nada, respetuosa con el medio ambiente y ramificando su crecimiento en torno a energías limpias, harán de esta región un espacio en el que venir para quedarse y en el indudablemente, pulmón de España. Juntos, en Madrid, para que no nos sigan olvidando. ¿Estaréis a la altura? ¿Os dejaréis, amigos de la oposición, de mirar el ombligo?

miércoles, 1 de febrero de 2017

La connivencia del PP con franquistas y machistas


Todo en la vida tiene un límite y en política también. Para mí, frivolizar conductas y actos de representantes públicos, cuando son cómplices o incluso alardean de participar en actos antidemocráticos, es un límite traspasado. No puedes ser diputado electo y a la vez comulgar con valores totalitariosfascistas y que llevaron a nuestro país al asesinato, la represión y al odio. Es una vergüenza para quienes creemos que la política es un marco en el que la tolerancia y el respeto por las libertades y los derechos humanos deben ser los valores supremos.

Que el PP aún mantenga en sus filas a José Antonio Morales Álvarez, un franquista que hace ostentación de ello, es insultar a cualquier mínimo sentido democrático. Cada día visitan la Asamblea de Extremadura colegios y asumir que en esa misma casa el PP mantiene a quien asiste a actos fascistas, nos ruboriza. Ya es penoso que algún que otro fascista se mantenga en el club de Monago, mientras éste los ampara con total complacencia e incluso se siente con legitimidad para darnos lecciones de democracia, pero tener que soportar la pestilencia ideológica de un personaje que recoge loas en la Fundación Franco, debería penalizarse desde sus propias filas.

En esa misma línea doctrinal aparece otro personaje propio de aquella época oscura de nuestro país, el Alcalde de Almendralejo José García Lobato, que pasa de insultar a nuestra compañera Piedad Álvarez, por ser mujer, con un tufo machista insoportable, a homenajear al fundador de la legión e invitar a la descendiente de Millán-Astray para recordar aquello de muera la inteligencia y viva la muerte. Mientras, la dirección del PP, con Monago a la cabeza, calla y sigue poniendo palos en la rueda del cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica. Les puede la resaca fascista, según parece.

Ya sabemos que para el PP la igualdad es una cuestión menor o que la violencia machista son hechos individuales y no un problema colectivo. Ya sabemos que para el PP la educación pública es una guardería para pobres y que la sanidad pública es aquello que hay que privatizar para que hagan más dinero los amiguetes del séquito. Pero que nos escupan a la cara sus miserias y sigan manteniendo en el cargo a franquistas y machistas, los invalida como alternativa democrática seria.

Si son capaces de convivir y de tolerar expresiones y conductas totalitarias y machistas es que, evidentemente, comulgan con parte de ese mensaje. No nos puede extrañar que salieran a la calle a despotricar contra el Presidente Zapatero y su Ley de matrimonio igualitario, no nos puede extrañar que en la Diputación provincial de Cáceres, los once diputados del PP, en minoría absoluta, son hombres. No, no nos puede extrañar que se opusieran a todo lo que en este país significó avance e igualdad.

No pueden negarlo, son así, en parte o en todo. Tienen el rostro de García Lobato y de Morales Álvarez, los defienden y los asumen, mientras los demócratas sentimos asco.