viernes, 19 de mayo de 2017

Las primarias y el lunes


Todo es mejorarle y más aún un sistema que hemos empezado a utilizar desde no hace mucho tiempo. Nadie puede ni debe jugar con el sentimiento de la militancia porque la  militancia se expresa libremente y la opción de un militante, un voto, ha llegado para quedarse mientras la militancia quiera. Nunca es un problema que las compañeras y los compañeros digan lo que piensan y elijan Secretaria o Secretario General.

No obstante, la familia socialista no puede ser utilizada para eximir responsabilidades de liderazgo, porque para eso votamos una dirección federal, regional, provincial y local. Optar por una opción determinada y su proyecto de partido es trasladar la responsabilidad del rumbo político a quienes se presentan, precisamente, para ello.

Tampoco parece lo más conveniente, para el Partido, la proliferación de descalificaciones e incluso insultos que se vierten alegremente en las redes sociales. El clima de tensión que no hemos sabido controlar juega en contra de nuestras aspiraciones futuras. El resultado del 21 de Mayo no debe ser interpretado como la victoria de unos sobre otros, sino la oportunidad para, desde la unidad, volver a ser la esperanza de gobierno que la mayoría de la ciudadanía desea.

El PSOE se la juega a partir del lunes. El proyecto de país es colectivo y deberemos defenderlo en todo el territorio, mostrándonos unidos y decididos a recuperar el gobierno de España, algo que para Extremadura es imprescindible, viendo la indiferencia de Rajoy y la de sus palmeros en nuestra región.

Espero y deseo que con el paso del tiempo aprendamos a sentirnos parte de un debate sin adversarios, entre compañeros y compañeras, sabiendo que el debate trasciende a la militancia, porque somos un partido de mayorías y la ciudadanía nos espera. El PSOE tiene historia y futuro, ese futuro depende de cómo salgamos de este proceso. El presente lo estamos andando.

No hay lugar para egoísmos ni aventuras personales, sino para fortalecer una opción de gobierno que en Extremadura ganó hace apenas dos años, que ejerce mayorías en las dos diputaciones provinciales y que, a nivel nacional, debe volver a posicionarse como lo que siempre fuimos: alternativa de gobierno para transformar el país hacia el progreso.

Así pues, pido que votemos libremente y nos sintamos parte de un partido con 138 años de historia, de un Partido que fue capaz de llevar adelante todo aquello que hoy disfrutamos en materia de sanidad, educación e igualdad, de un Partido que tiene que seguir siendo protagonista del presente y del futuro de nuestro tiempo, luchando por la igualdad, la solidaridad y la justicia social sin fronteras. Casi nada.

martes, 9 de mayo de 2017

Cuando el trabajo no significa progreso es esclavitud encubierta

 En los últimos años, las relaciones laborales han involucionado en el mundo entero. Cuando el capitalismo más feroz se apropia de las reglas de juego, su única finalidad es la de obtener el mayor beneficio en demérito de los derechos de las y los trabajadores.

Quizás, aunque parezca que sí, hay una retórica no está tan demodé como podría creerse, porque el encontronazo entre las fuerzas del trabajo y el trabajo mismo es cotidiano y visible. Seguimos haciendo de la precarización nuestra herramienta de competitividad, ignorando o queriendo ignorar que precarizar a la sociedad es cerrarle las puertas del conocimiento y una sociedad sin conocimiento devendrá en una isla pauperizada e incapaz de generar riqueza para su entorno más próximo.

Por tanto, la vieja Europa que exprimió lo que le quedaba de sociedad injusta y desigual a medida que se fue creando como un todo, tiene delante de sí y pasando a toda velocidad, retos que, de no responder ante ellos pueden explotar en forma de crisis incontrolables y concatenadas que acaben con aquello que tanto nos gusta repetir como un eslogan de verdad absoluta: “60 años de paz”.

El populismo de izquierdas y el fascismo -que siempre fue populista y de derechas-, surgen como encíclicas virtuosas que por arte de magia esperan remediar entre antagonismos falaces los problemas que tenemos delante de nuestras narices.

Jamás, en toda la historia de la humanidad, salió nada constructivo del antagonismo dialéctico. Sólo el odio, la muerte y el rencor han hecho del blanco y negro el caldo de cultivo de cualquier mesiánico de turno. Y debemos decir que no, aquí, hoy y siempre, encontrando las fórmulas que nos permitan oponernos a la barbarie de las diferencias en un mundo que se cosifica día a día y que no tiene preparada ninguna red de contención para quienes se caigan del sistema.

En definitiva, “la fragilidad de nuestra interdependencia puede permanecer si no somos capaces de establecer un marco cooperativo de gestión de la economía global, a través no solo de grandes instituciones económicas internacionales (como el G20, que reúne a las 20 principales economías desarrolladas y emergentes, o el Fondo Monetario Internacional), sino con el establecimiento de verdaderos regímenes que permitan mitigar los riesgos de nuevos desequilibrios y las nuevas amenazas emergentes” (España 2030, gobernar el futuroJosé Moisés Martín Carretero, Deusto, 2016).

¿Queda claro, verdad? O humanizamos el futuro, al que en muchos casos llegaremos tarde, o seremos víctimas de lo que fuimos incapaces de comprender ahora. Depende de nosotros. Cuando el trabajo no significa progreso es esclavitud encubierta.