Hablamos sobre el motor que moviliza al socialismo y lo que deben poner en valor los militantes del PSOE.
“Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan / decir que somos quien somos.”
Gabriel Celaya
En cierto modo nos hemos dedicado a pensar en nosotros mismos en vez de recuperar de la historia, de nuestros muertos, de las cunetas y el exilio, aquellos valores de convivencia y progreso que hicieron del socialismo una fuente inagotable de rebeliones ante la desigualdad. Recordad: a nosotros nos mataron compañeros, pero nunca pedimos la sangre de los verdugos. Esa fue y ha de ser nuestra grandeza.
Últimamente hemos asumido el discurso de otros como si fueran la genealogía misma de la verdad absoluta. Pues mirad, quizás debemos responder en cada uno de los rincones en los que el debate aparece, que nosotros somos los primeros que luchamos contra todas las formas de lacra, acomodo, conformismo y mediocridad. Y cuando digo nosotros, hablo como militante de base que es lo que seré siempre.
Decía un compañero que “el socialismo no está en crisis; los que están en crisis son los que lo traicionan”. No deja de ser verdad cuando algunas decisiones tomadas han alejado al Partido de la gente y cuando esa relación que se corroe acaba por romperse. Aún estamos a tiempo de recuperar nuestro compromiso con la ciudadanía y, con dignidad, ser capaces de entender que ni somos un club de amigos, ni somos una agencia de empleo. Somos un Partido que nació para transformar la realidad y construir espacios equitativos desde la paz, la tolerancia y la convivencia.
Humildemente, creo que construir Estado no es renunciar a lo que uno cree, sino aspirar a recuperar un espacio, tener voluntad de mayoría social y edificar una estructura progresista que represente a la inmensa mayoría sin dejar de garantizar el derecho de las minorías, como hemos hecho siempre.
Y en este sentido, no lo veo, no lo siento y no creo que haya formas de llegar a acuerdos con la derecha de este país. No podemos sentarnos a plasmar el futuro de generaciones hasta que no renuncien definitivamente a coartar la libertad de las mujeres. Me resulta vomitivo acordar con quienes han hecho de la Gürtel una forma de saqueo permanente, porque la corrupción es cerrar Urgencias, echar a un médico, obligar al exilio a millones de jóvenes formados, cerrar escuelas rurales...
Es inasumible construir un país incluyente con quienes, precisamente, hacen de la exclusión un culto. Porque cuando nos hablan de liberalismo, nos están diciendo que el estado no debe regular las relaciones económicas y laborales para, de esa forma, hacer de la ley del más fuerte, el dogma de fe imperante.
¡Cómo hablar de educación con quienes dejan en la cuneta a los estudiantes sin recursos! Nada me puede aportar un gobierno que ha retirado transportes escolares y recortado becas para volver fomentar una Extremadura de las diferencias sociales.
No, no debemos doblegarnos ante quienes quieren que seamos una sombra y un recuerdo. Nuestro objetivo es volver a reconstruir un espacio social, creando riqueza para distribuir y distribuir para cohesionar, para convivir respetando las diferencias, pero posibilitando el consenso necesario para que cada uno de nosotros, haga de la inclusión y la igualdad nuestra verdadera arma cargada de futuro.