Miguel Ángel Morales analiza lo ocurrido con José Antonio Monago y sus viajes a Canarias a costa del Senado, es decir, de la gente.
Se empeñaron Rajoy, Cospedal, Mato, Monago y Laureano León en hacernos volver a la España de charanga y pandereta, a la España de Berlanga, a la España gris, sórdida, de doble moral, hipócrita y amenazante. No tienen remedio. Lo llevan en la sangre.
Hemos vivido una historia de prepotencia y caraduras, de mentirosos y cómplices, de aterrados y traidores, de desvergonzados e inmorales. Todos estos elementos se mezclaron en el sainete propuesto por José Antonio Monago y sus viajes a Canarias para visitar a Olga Henao, tal y como ella misma lo reconoció. Otro parlamentario, por Teruel, Carlos Muñoz -también del PP-, dimitió por hacer lo mismo que Monago.
Monago, por el contrario, arropado por hijos de la buena estirpe como Arenas y Floriano, dejó caer una lágrima que otra, llanto por cierto, que no le provoca el exilio juvenil, los 141 mil parados, los índices de pobreza infantil, las pymes que cierran y los jóvenes que dejan sus estudios porque las becas han muerto, porque los libros son prohibitivos y porque el transporte escolar brilla por su ausencia. Un hipócrita en toda regla.
Y lo que es peor, se autoproclamó representante de los extremeños a la vez que amenazaba con demandas y querellas para salvaguardar su vida privada. ¿Quién se ha creído que es este pobre personaje? ¿Cree que los titulares que compra con dinero público llegan a la gente? ¿Piensa Monago que los extremeños somos imbéciles? ¿De qué vida privada habla si es incapaz de demostrar con quién estuvo en Canarias las 32 veces que fue a coste del Senado mientras Olga Henao reconoce que la iba a ver a ella?
Tuvo la ocasión, por una vez en su vida, de hablar con la verdad. Volvió a elegir la mentira, como es habitual. Pero ya nadie le cree, ni siquiera el más distraído.
Párrafo aparte merece el esperpento del señor Pedro Escobar, no sabemos muy bien si instruido por Alejandro Nogales diputado 33 del PP, que en un alarde de incompetencia manifiesta eligió comentar la rueda de prensa de Monago, ¡antes de que Monago hablara! Increíble pero real en el mundo de los felpudos políticos por conveniencias. Allí, Escobar, que ya no lidera a nadie, se decidió por no pedir la dimisión de su presidente, pero con el correr de las horas, y ante el clamor popular, no tuvo más remedio que desdecirse y pedir la dimisión de su jefe-capitalista. Así es el gobierno extremeño.
En definitiva estamos ante un escándalo que debió y debe tener por respuesta la salida de un Presidente, agotado políticamente y ausente de cualquier conexión con la realidad que vive y sufre la gente que, ya ni siquiera sorprendida, sólo espera el mes de mayo para votar y acabar con este circo. ¿No podría ser antes?
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