jueves, 30 de julio de 2015

La fortaleza del Partido y la transformación


Miguel Ángel Morales
Compromiso congresual con la militancia, que el Partido es la única garantía de cambio e inclusión y porque me debo a mi conciencia y en ella sólo cabe aglutinar voluntades para seguir construyendo una auténtica alternativa de izquierdas, moderna, igualitaria, que apueste por el conocimiento y el talento como fuerza motriz de toda composición de mayorías, son razones más que suficientes para que ni me planteara estar al frente de alguna Institución.

Si volver a conseguir la confianza de la ciudadanía fue una labor épica lograda con esfuerzo humano lleno de convicciones y valores socialistas, mantener y aumentar esa confianza en nosotros, depende de nuestra capacidad de gestión y sobre todo, de nuestra cercanía con la gente. Vamos a ir pueblo a pueblo, una vez más, para tender puentes de comunicación real entre la gente y la administración, con el partido como nexo inquebrantable.

¿Por qué? Porque en el PSOE descansa la historia y los ejemplos de personas que ya no están, que se fueron pero que siguen alumbrando el camino que debemos recorrer. Nuestra conducta debe estar garantizada por un espacio transparente en la acción y no únicamente en el discurso. Vamos a ser consecuentes y a consolidar la renovación exponiendo primero nuestros valores y la capacidad del socialismo para converger en un espacio de convivencia y de modernización estructural de lo que es susceptible y amerita ser cambiado.

Tenemos retos impresionantes ante nosotros y los cimientos de la consecución de los objetivos se llaman Partido Socialista Obrero Español. Trabajaré hasta el último día de mi vida por sumar y consensuar valores que descansen en la generosidad y no en la mezquindad ni el sectarismo. Seguir la estela de Ramón Rubial es un orgullo y nada es más contemporáneo ni vanguardista que ofrecer tu sudor para que la gente viva mejor y la esperanza vuelva a estar presente en nuestra visión de futuro.

Ramón decía que hay que vivir para el partido y no del partido. Esa máxima simple y conmovedora, nos sirve para entender que la grandeza no reside en la Jefatura de Estado ni en la pomposidad de actos vacíos y alejados del sufrimiento humano. Estamos aquí, y debemos entenderlo de una vez por todas, para abrir las puertas del futuro y que por ellas entre todo el mundo que se esfuerce, sea de donde sea, venga de donde venga y tenga lo que tenga.

Tan fácil como eso. Hasta que no seamos capaces de rescatar a un niño de un hogar desestructurado y subirlo al carro de la prosperidad, hasta que haya una mujer maltratada, hasta que la igualdad no sea un rasgo cultural definitivo, hasta que un estudiante se tenga que ir al extranjero a servir copas o hasta que un mayor muera en soledad, nuestro trabajo, nuestra sed de justicia social y nuestras banderas, tendrán más sentido que nunca.

Estamos aquí para transformar la sociedad y la transformación debe viajar en un vehículo de valores e ideología, de convicciones y honestidad, de sabiduría y empeño. Por todo ello, para quien escribe estas líneas, no hay mayor relevancia y honor que seguir el ejemplo de los grandes mentores del socialismo, única y verdadera garantía de futuro, equidad y progreso. ¡Anda que no queda!

viernes, 17 de julio de 2015

Logos y mentiras


Miguel Ángel Morales en Alcántara
Parte del escenario político tiende a creer que, entre el dedo y la llaga, la culpa es del dedo. De allí que sistemáticamente se apueste por alquimistas, magos y hechiceros que tergiversen los hechos, articulen ficciones e impongan la apariencia como filtro insuperable para los que ellos consideran la masa informe, es decir, el pueblo en sentido amplio.

La conformación de las sensibilidades, en un país como España, ha sido ideada y expuesta en torno a la simbología de un patriotismo que no está nunca a la altura de las acciones que ejercen los patriotas. Dicen que la bandera es de todos y de todas. Siento discrepar: creo en la igualdad como único universo que aglutine todas y cada una de las sensibilidades de ese pueblo, para otros, masa informe, para mí, suma de individualidades, cuya potencialidad está en lo diverso y no en la uniformidad nacional.

Dentro de este marco dialéctico, los alquimistas a sueldo susurran al oído de los usureros, de los responsables de que se salve a los bancos y no a la gente, de los protagonistas del despilfarro y de la enajenación de los derechos ciudadanos, de los que creen en la imperiosa necesidad de cambiar el logo o los discursos y de renovar los eufemismos.

Cuando el PP cambia su logo nos insulta a la cara. Quieren hacernos creer una voluntad de cambio a golpe de fachada –palabra que los retrata- que no revisa ni una sola de sus medidas. Insisten en la recuperación en vez de asumir la precariedad laboral como la nueva forma de esclavitud. Han ejercido el poder sobre la debilidad de la gente y eligen cuatro taburetes, un azul más suave y un círculo para encerrar su marca, la marca de la desigualdad, la corrupción y la mentira.

Es indignante asistir a la política de cosmética en vez de atacar de frente los problemas de la gente. No nos eligen para presentar logos y un entramado estético destinado a seguir apostando por el eufemismo y el vacío verbal como formas de distracción.

No hay debate de ideas, sino objetivo de posicionamiento. No hay miedo al ridículo, sino la vacuidad como forma inequívoca de la ausencia de modelos y valores. Nos han elegido para soñar el futuro y construirlo sin dejar a nadie en el camino y tenemos que contribuir, con todas nuestras fuerzas, a que la política sea el espejo en el que la población pueda mirarse e imaginar un tiempo nuevo que sea algo más que un sintagma.

Nuestra vocación de servicio por la transformación de la sociedad tiene que imponerse a la frivolidad y el caos en el que quieren, los alquimistas de las formas, ahogar el espacio ideológico en el que debe latir la política y la confrontación de valores. Qué más da un logo nuevo si la mentira es tan vieja como los bancos suizos en los que descansa el dinero de la corrupción de algunos.

viernes, 10 de julio de 2015

Tiempo de resumir sentimientos y de vivir para la gente


Guillermo Fernández Vara y Miguel Ángel MoralesNo fue fácil. Cuando asumí la Secretaría General del PSOE de la provincia de Cáceres habíamos perdido la Junta de Extremadura y la Diputación, nos separaban 20 mil votos del PP provincial y la militancia estaba desanimada, incrédula y a la vez necesitada de proximidad. Era tiempo de fuga y caídas al vacío, de desesperanza y de olvido. Poca gente recordaba que cada piedra levantada en Extremadura tenía la autoría de un socialista.

En mi discurso congresual me comprometí con la militancia a la renovación necesaria en las listas de la Asamblea, Diputación y a no acumular en una persona cargos de relieve. Hoy puedo decir que he cumplido con mi palabra, al fin y al cabo, mi única medida ante el juicio del tiempo y de la gente. Pude equivocarme y seguro que podré equivocarme, pero hoy estoy tranquilo con mi conciencia, con la militancia y con mi equipo que ha convertido un proyecto político en una realidad colectiva.
La oposición es muy dura aunque para alguno haya sido el pretexto definitivo para vagar en la intrascendencia. La gente exige al PSOE más que a nadie porque nuestra acción debe estar acompañada por una carga ética sin fisuras. ¡Cómo no va a exigirnos si fue el socialismo quien dignificó a Extremadura!

Estar a la altura de nosotros mismos es estar a la altura de la ciudadanía, haciendo kilómetros, escuchando críticas, comprometiéndonos con el dolor y cumpliendo lo que propusimos hemos sido capaces que, como en su día dijo Guillermo, “la sociedad vuelva a sintonizar radio PSOE”.

Y cuando sentí el palpitar de los corazones en la plaza pública delante de la Asamblea de Extremadura, el día de la toma de posesión de Guillermo, supe definitivamente que lo habíamos hecho, que no somos más que la punta de lanza de la esperanza de toda Extremadura y que vamos a cumplir con las expectativas porque hemos vuelto a ser nosotros mismos.

Es un tiempo de mujeres, pero sobre todo es el tiempo de la gente, es el tiempo de la generosidad, de la igualdad y la desaparición de las vanidades. Quien no lo entienda, sobra. Aquí, entre nosotros, están esperando que se abran las Urgencias, que abaratemos los libros de texto y que construyamos las condiciones para que todos y todas puedan dignificarse a través de un derecho inalienable como es el trabajo.

Hay muchos retos por delante, pero tenemos muy claras nuestras prioridades y las formas para atender cada reclamo ciudadano, cada crítica y cada reproche. Las puertas de la Asamblea están abiertas para el pueblo y el Partido que represento tiene todas las herramientas para construir consensos desde el respeto de las posiciones y buscando el bienestar de todos y de todas en cada una de sus acciones. Hemos llegado para compartir un espacio de decisiones y nadie se quedará en el camino. Es nuestro compromiso, la gente.