Los años del gobierno de Monago y Rajoy fueron terribles para Extremadura porque fueron dramáticos para la gente y lo fueron porque los gobiernos de ambos recortaron en sus vidas para cuadrar las cuentas y lo que consiguieron fue destrozar las cuentas públicas y descuadrar la vida de las personas.
No busquemos, únicamente, en los datos económicos para palpar las heridas sociales, porque las razones estuvieron en un ejecutivo más predispuesto al posicionamiento formal y publicitario que a solucionar la vida de las mujeres y hombres de esta región.
Perder el empleo es tremendo, pero quitar protección a las y los desempleados se convirtió en trágico. Cuando además, esas personas sufrieron la quita de becas, del transporte escolar y de la dependencia, el círculo se transformó en asfixia y esa asfixia derivó en convivir a diario con situaciones dramáticas, con nombres y apellidos, con rostros, con tristezas.
No nos interesa la política de tarima, de marketing, de eslóganes, sino el servicio a pie de calle, de pueblo a pueblo, de dolor a dolor para transformarlo en esperanza.
Todo eso se debatía en unos presupuestos que algunos no quisieron ni leer. Todo eso se debate día a día cuando Rajoy niega ayudas económicas a Sierra de Gata, al camalote y rechaza pronunciarse con respecto a una sentencia que prohíbe pescar especies con dos mil años de presencia en nuestras aguas.
La realidad que vive la gente es concreta, aunque muchos aprendices de salón, piensan que la vida de la gente y las relaciones políticas son una serie de televisión.
Pero Extremadura no es un espacio televisivo en prime time. Extremadura es la niña que recuperó su beca para libros, el chaval que puede subirse a un autobús escolar y seguir con sus estudios, la mujer que vio reabrir las Urgencias de su pueblo…
Extremadura es luchar por lo que somos y por lo que queremos ser. Extremadura no es una pancarta colgada de una ventana ni una chapa ni una pulsera.
Extremadura necesita un esfuerzo de todas y de todos los partidos políticos para que lleguemos a tiempo a nuestra cita con un futuro que ya ha comenzado.
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