“Arreglar España e irse”: ¿todos o algunos?
Hace unos días, el compañero Secretario General, Guillermo Fernández Vara, lanzó un mensaje conmovedor por lo sincero, humilde y crítico. Guillermo, con la generosidad que le caracteriza, vino a decir que el deber de los políticos actuales es arreglar España y después irse –“irnos” dijo- para dar paso a caras nuevas y así regenerar la política que, es lo mismo que regenerar la democracia.
No sé si son todos los que deben irse, pero sí deben hacerlo aquellos que han herido de muerte la confianza de los españoles en la gestión pública. Un día sí y otro también, estamos presenciando como la derecha española colecciona imputaciones, oscurantismo, mentiras y documentos que van saliendo a la luz.
Sin embargo, el virus inoculado interesadamente en la sociedad, por los grandes lobbies financieros y neoconservadores, ha calado en la idea generalizada de que todos somos iguales y definitivamente es falso. Distinguir entre la labor ejemplar y viciada es una labor imprescindible que debe ser contrastada con total rigor.
Podemos estar ante una enorme jugada mediática, que quiera abrir las puertas a una nueva fuerza política, que represente en las urnas lo que en la oscuridad exigen otros. Cuando determinados medios y tertulianos “bien pagados” quieren equipararnos a todos los políticos, están intentando socavar la legitimidad democrática del sistema y quieren llevarnos a unaregresión total y definitiva de los derechos de los españoles.
Por ahora, la derecha les está allanando el camino pero el caso Bárcenas apunta a que puede barrer con todo el PP en un escándalo sin precedentes para la democracia española, que aún e inexplicablemente, no se ha cobrado ninguna dimisión. Su rutina es la misma y su objetivo no varía: destrozar el Estado de Bienestar y sus derechos inalienables.
Así pues, deben dejar la política de inmediato los corruptos, sin importar el partido al que pertenezcan, los que alejaron a la ciudadanía de sus derechos participativos, quienes han desilusionado a los militantes y quienes han desprestigiado lo público con actitudes mezquinas y sectarias.
Debemos regenerar la política sobre la base de escuchar a la militancia, a la población en particular, pero también hay que rebelarse contra la intransigencia de las sombras que quieren hacernos creer que todos somos iguales y no es así. Nuestra labor es ardua y no puede tener descanso: sobran los inmorales en todas las esferas, no solo en la política.