No me cansaré de repetir que Mariano Rajoy y la derecha protagonizan el fraude electoral más grande de la historia de España dada la nula conexión entre el discurso previo a las elecciones y las acciones de gobierno una vez ganadas.
En el caso de Extremadura, Monago maquillaba la contra-reforma gracias a una mercadotecnia política vacía de significado propio pero sí, deseguidismo servil y palmero para con los recortes, la recesión y la falta de protección social generada desde Bruselas, Madrid y el mundo financiero, es decir, privatizar el estado y reducir los derechos sociales.
Sin embargo, en la inauguración del cerezo en flor en Tornavacas, tuvimos el dudoso placer de escucharlo y de, por supuesto, no sorprendernos. Con total seguridad, su dictador de imagen–no lo asesoran, le ordenan cómo actuar-, dado el cambiante estado climático, estaría con fiebre, porque Monago, con su séquito aplaudiendo a rabiar, lanzó la bravuconada más grande de su agonía de gobierno: “no estoy para generar empleo”.
Una vez empezado, lanzada su incontinencia verbal sin nadie que le dictara cómo poner el freno, intentó arreglarlo con un “sino para generar las condiciones”. Evidentemente, podemos debatir la concepción que el PP extremeño tiene del Estado, es decir la de unmercadillo de garaje, o podríamos discutir las condiciones que tampoco ha conseguido crear, una vez que tenemos más de 150 mil parados en la región, gracias a su “fantástica” gestión destructiva con todo lo que dejamos los socialistas.
Es bueno recordar que quien ahora no está para crear empleo fue la cara del partido más hipócrita de la democracia española, porque convencieron a sus votantes que llegarían, precisamente, como el gobierno de “lo primero el empleo: más trabajo, menos impuestos” -¿os acordáis?-.
Y no solo eso, sino que el mismo Monago exigía a Vara, desde la oposición que el entonces Presidente de la Junta generara lo que hoy, reconoce el líder del PP regional, no hará él.
Nos preguntamos, como tantos otros ciudadanos y ciudadanas, para qué tenemos al frente del gobierno regional a un presidente que es incapaz de entender que su gran reto es llevar el bienestar a los extremeños y que esa plenitud es imposible sin trabajo, algo que sus políticas se encargan de destruir día a día, atentando contra la dignidad de los extremeños.
En el colmo de la desfachatez, Monago repitió con la certeza del que vive en otra realidad o no entiende donde pisa, que no puede, la población, pedirle empleo porque él no está para darlo, intentando con esto dar otro palo a lo público como fuente de inclusión laboral. ¿Para qué está el Sr. Monago? ¿Para cargarse la sanidad, la dependencia y la educación?¿Quién le cura su conciencia, Sr. Monago? ¿Y entonces qué hacemos? ¿Pedimos empleo en los comercios y empresas que cierran cada día gracias a los impuestazos y falta de incentivación para salir adelante? ¿No era el empleo, lo primero, señores del PP?
La doble moral, la mentira, el desprecio por las peticiones de los integrantes del Campamento Dignidad, la falta de sensibilidad cuando pondera el ahorro por encima del mantenimiento de las urgencias rurales, cuando permite amenazas y denuncias hacia un diputado socialista por exponer la filtración de un examen, componen el día a día de una derecha que nos lleva al abismo o al pasado, que es exactamente lo mismo para los extremeños.
A los ciudadanos y ciudadanas de la provincia de Cáceres hay que decirles la verdad y la verdad es que el Estado sí puede y debe generar empleo público. Es más, no ha habido una sola crisis económica mundial en la que el Estado no actuara con políticas de inversión pública, con un ordenamiento fiscal decreciente –de los que más tienen a los que menos tienen- y con una protección social capaz de contener el horror del desempleo y la desesperación. Monago debería exigir a la Diputación Provincial que invierta en los pueblos y las ciudades y no que fomente la desinversión pública y la paulatina desaparición de las pequeñas y medianas empresas locales.
No solo que el estado puede intervenir, sino que debe hacerlo porque de lo contrario no tendría sentido su existencia a no ser que ellos, la derecha reaccionaria, aspiren a todo lo contrario:reducir el Estado a la mínima expresión para que la economía, los servicios y la sociedad sean una víctima más de los mercados.
Ya sabemos que es esto lo que quieren, pero Monago, hasta este último viernes, no se había sincerado.