viernes, 26 de abril de 2013

Para el PP y la Iglesia, la mujer es un objeto



Por Miguel Ángel Morales.- Follow adrianboullosa on Twitter                                                                                               

“Volver a los tiempos anteriores a 1985. Convertir a un número nada desdeñable de mujeres en delincuentes. Aumentar la angustia de su decisión personal con la amenaza de un castigo legal. Obligarlas a viajar al extranjero. Arrojarlas a la clandestinidad. Privarlas de una mayoría de edad conquistada a partir de la muerte de Franco poniendo en manos de otros decisiones que afectarán a su futuro. Condenarlas incluso a traer a este mundo a un ser no dotado para la felicidad o sumido en el dolor sabiendo que el Estado no las va a proteger en su desgracia. Todo en nombre de la moral católica. Del sector más intransigente de esa religión que se habrá de saltar sin titubeo sus propios mandamientos, como siempre ha sido, cuando precisen que a una de sus jóvenes se les practique un aborto. Todo bajo cuerda. Todo a escondidas. Todo siniestro. Esta es la reforma de la ley que ronda en la cabeza del Ruiz-Gallardón”.
 Elvira Lindo, Clandestinas, El País


A Mariano Rajoy y su fiel e interesado palmero de viaje, José Antonio Monago, no les importa el bienestar de la ciudadanía, ni mucho menos las legítimas peticiones que, día tras día, en la calle, el Congreso, el Parlamento Regional y las tribunas de opinión, la población expone.
Contra los desahucios desoyeron a millones de personas y por la renta básica no dejaron siquiera reunir al Grupo Socialista con el Campamento Dignidad. Nada a estas alturas nos debe sorprender de un gobierno que no llegó para sostenerse en el calor de la ciudadanía, sino para cambiar el modelogobernar para las minorías y por supuesto, arrodillarse ante el clericalismo más radical. Exactamente igual que durante el franquismo. Ellos, el PP, sí son iguales a sí mismos, la vieja y rancia historia que persiguió las libertades y los derechos ciudadanos.
Queremos y vamos a exponer nuestra indignación ante el aberrante cambio de la ley del aborto, que viene trascendiendo estos días. Y por supuesto que a Rajoy, Gallardón y Rouco Varela –en orden inverso si tenemos en cuenta el poder- no les interesa que más del ochenta por ciento de los españoles estén de acuerdo con la actual ley, ellos quieren imponernos, contra la razón, sus creencias religiosas integristas e ir contra la libertad, la dignidad de la mujer y dar un paso de gigante hacia atrás, volviendo al pasado, a la “reserva espiritual” de Occidente, a la época más oscura de nuestra historia.
Nélida Martín decía este lunes, con total acierto, que el actual Gobierno fomentará la clandestinidad ya que “aquellas mujeres que dispongan de recursos económicos suficientesmarcharán al extranjero y aquellas que no tengan suficiente capacidad económica estarán abocadas a hacerlo en la más absoluta clandestinidad y en condiciones insalubres con los riesgos que supone para su salud y su vida”.
Todo lo que nos está ocurriendo es exactamente lo que el franquismo habría soñado en épocas democráticas. Es incuestionable, a estas alturas, que el golpe de estado sistemático a los baluartes de lo que el progresismo entiende por democracia, es la razón de ser de las políticas de la derecha.
Por tanto, con o sin ley reaccionaria del aborto, los socialistas debemos extirpar decididamente la influencia de los sectores más conservadores de la Iglesia Católica y construir un estado laico en la palabra y, sobre todo, laico en los hechos. La religión a su ámbito, basta de conciertos interesados en beneficio de unos pocos. Nuestra lucha es y debe ser por la igualdad, por la libertad de pensamiento, por la educación pública y laica, en definitiva por el progreso y contra la involución.
Nuestros mayores se quedan sin protección ni dependencia, les asfixian con las pensiones y les obligan a pagar los medicamentos. Nuestros jóvenes están obligados al exilio porque este gobierno los maltrata con recesión, recortes y destrucción educativa. Nuestros trabajadores se ven en la calle y sumidos bajo una reforma laboral feudal. Nuestras pymes cierran a golpe de impuestazos mientras los delincuentes lavaron dinero y sobresueldos. Y las mujeres sufren el atentado más severo en lo más preciado: la libertad de elección.
Toda esta radicalidad en el discurso y los hechos del neo-fascismo español camina hacia un abismo muy peligroso. El hartazgo de la gente hacia todos los poderes instituidos, es decir Iglesia, Estado y Finanzas, es tan evidente que, una vez más, el PP nos pone entre la espada y la pared.
Y esto no es lo peor, sino que la población ha comenzado a decidir que entre ambas disyuntivas, prefiere la espada y cuando el diálogo y la construcción del consenso son ninguneados, el paso siguiente es la acción. Por tanto, no escuchar a la población y decidir con la Iglesia, no escuchar a la población y decidir con los bancos, no escuchar a la población y decidir con su mayoría sorda, nos lleva al desastre. El PP debe irse ya porque España se quema.

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